¿Qué tan difícil pueden ser los primeros días con un nuevo bebé en casa? Comen cada cuatro horas, duermen todo el día y la noche. Hay únicamente tres cosas por las que lloran: hambre, sueño o pañal sucio. Para lograr amamantar, sólo hay que ser paciente y listo. Lo demás saldrá sobre la marcha.
Este era el matiz que tenía mi pensamiento mientras estaba embarazada –finalmente, después de los años de guardias en medicina, las cosas no podían ser más difíciles–. Y si lograr amamantar era cuestión de paciencia (como me habían dicho), tampoco parecía imposible; suponía entonces que eso sería suficiente, después nació Camila…
Resulta que los bebés recién nacidos amamantados NO comen cada tres horas, sino cada hora o incluso cada treinta minutos. Además, no comen rápido, pueden pasar 40 minutos en una toma. Resulta que NO sólo lloran por tres cosas, también lloran por frío, calor, incomodidad, sueño, bueno hasta por aburrimiento. Resulta que amamantar NO sólo es cosa de paciencia sino de mucho más. Lo único cierto es que todo sale sobre la marcha.
El fin de semana pasado, platicaba con un amigo que acaba de ser papá y me preguntaba cómo había sido para mí el inicio de la lactancia, qué había hecho yo para lograr superar esa primer semana, primer mes, primeros tres meses, etc. Y entonces empecé a recordar esos días en los que estaba exhausta, que no entendía cómo de todo un día sólo tenía cinco minutos para bañarme –si a caso–. Aquellos días en que las tomas eran dolorosas y no quería que llegara el momento de la siguiente y un puntito de sangre aparentemente insignificante me dolía hasta el llanto. Preguntándome todo el tiempo ¿Cómo habíamos logrado persistir como especie, si eso era lo normal? Porque al menos yo, en ese momento pensaba salir a la esquina por una lata de fórmula y dejar de sufrir… pero no lo hice y continué, después todo empezó a mejorar y finalmente lo logré.
Entonces, regresando a la plática con mi amigo, me pregunté ¿Porqué lo logré?, ¿Cómo le hice?, ¿Qué hice? Después de esta reflexión identifiqué que de no haber tenido lo que incluyo en estos cinco puntos, estas líneas no existirían.
ALOJAMIENTO CONJUNTO
Entre más rápido mamá y bebé estén juntos, mejor. Tan pronto como puedas, hagan “piel con piel” –poner a tu bebé sobre tu pecho desnudo, con una manta cubriéndolo en su espalda–, esto les permite regular su temperatura, tranquilizarse al escuchar tu corazón y tu respiración (que es lo que mejor conoce hasta el momento), percibir tu aroma e inevitablemente estimula su reflejo de búsqueda para encontrar tu pezón, acomodarse e iniciar la succión; dale tiempo, nacer es un arduo trabajo con muchos cambios que descifrar súbitamente.
Lo ideal es quedarse en el mismo cuarto para que así inicie una lactancia a libre demanda (cuando el bebé quiera). Estas primeras semanas son fundamentales para el resto de la lactancia porque durante ellas se establece el suministro de leche para el largo plazo. OJO la producción se irá adecuando a los requerimientos de tu bebé y responde al estímulo, entre más “vacías” estén las mamas, mayor producción de leche habrá; cuando se dejan llenas por mucho tiempo (como al poner horarios al bebé), la señal que recibe el cerebro es de no producir más leche –de lo contrario, estallaríamos–.
NO FÓRMULA, GRACIAS
Establecer desde el principio que será un bebé amamantado incluye ni siquiera darle un biberón en los cuneros. Los bebés al nacer lo único que necesitan es el calostro –con abundantes anticuerpos y efecto laxante– que aunque en poca cantidad, contiene los nutrientes necesarios para el bebé y gracias a este evacuan el meconio presente en su intestino.
Cada toma de fórmula equivale a menor producción de leche. Además, la técnica que necesita el lactante para mamar de la mamila es totalmente diferente a la que necesita para mamar del seno, lo cuál puede generarles confusión de pezón; esta consiste en el intento de mamar del seno con la técnica que usan en la mamila y el resultado es un agarre inadecuado con la consiguiente lesión del pezón.
El rol que tiene el bebé al succionar del seno es activo mientras que con la mamila su rol es pasivo –¿Y a quién le disgusta lo fácil?–, de aquí tantas historias que después de una toma en mamila, rechazó el pecho.
Conozco el sistema de salud y sé que muchas veces, antes de ser facilitador es un obstáculo pero parte fundamental es estar informados, exigir nuestros derechos y usar a nuestro favor la flexibilidad que tenga el servicio por mínima que sea, ya que no hay otra forma de generar un cambio.
APOYO Y ACOMPAÑAMIENTO
Los primeros días implican muchos cambios. Recuerdo que al verme al espejo no me reconocía, era un yo completamente diferente con un “cocktail” de hormonas que me hacían tener todos los sentimientos que pudiera enlistar, de una sola vez. El primer apoyo y acompañamiento sin duda alguna fue mi esposo quien básicamente se encargó de todo lo necesario para que yo pudiera dedicar el tiempo 100% a Camila (aunque ahora que lo escribo, no sé si se puede dedicar menos del 100% a un recién nacido).
Hay una parte fundamental que es el apoyo de personal capacitado que brinde la información adecuada, afortunadamente conté con el y definitivamente hizo la diferencia en nuestras vidas. Hay muchas opciones a las que te puedes acercar, probablemente la diferencia depende de la formación que tengan sus integrantes.
La liga de la Leche, es una organización de madres voluntarias con la experiencia de haber amamantado que pasan por un proceso de aprendizaje de temas básicos que atañen a la lactancia y sus problemas más frecuentes. Hay grupos de apoyo en varias ciudades, en su página puedes encontrar la más cercana a ti.
Luperca, Centro de Maternidad, ubicado en la ciudad de México, en donde se encuentran asesoras de lactancia certificadas, que de igual manera difunden información confiable y están capacitadas para aconsejar y manejar problemas frecuentes. Pueden valorar la situación por la que estés pasando y darle solución.
En ambos casos, si algo saliera de sus manos, tendrás la certeza que son personas profesionales que así te lo harán saber y te canalizarán con una consultora acreditada de lactancia materna (IBCLC por sus siglas en inglés International Board Certified Lactation Consultant) cuyo conocimiento es más amplio, profundo y detallado. Hay varias en el país y puedes informarte en la página.
PIDE Y ACEPTA AYUDA
Definitivamente los primeros días son para mamá-bebé, para conocerse, para sentirse, para continuar esa relación que ha cambiado abruptamente para ambos –porque ahora están separados y aunque él aun no lo sabe, tú si–. Aún así sabemos que todo el mundo quiere conocer y cargar al recién nacido y aunque a veces puede parecernos inoportuno, este es el mejor momento de aceptar y encaminar esa ayuda de la forma en que lo necesites; puede ser con comida caliente o la limpieza de alguna parte de la casa o jugar con tu hijo mayor, todas son magníficas opciones para que sea un pendiente menos en tu mente y te entregues completamente a lo que la ocupa en ese momento, tu bebé.
Un recién nacido en casa es una realidad maravillosa pero abrumadora, así que mientras tengas un par de manos extras aprovecha para tomar un baño caliente y sin prisas, o ese café que no has podido disfrutar sin la interrupción de un llanto.
NO TE OLVIDES DE TI
Si hay algo fundamental en la maternidad es no olvidarnos de nosotras mismas, suena absurdo e imposible pero si no ponemos atención, pasa. Debes recordar que para poder brindar a tu bebé lo que necesita, primero debes de sentirte y estar bien tú.
El primer año del bebé y sobre todo estas primeras semanas y meses, son un momento de absoluta comunión entre ambos. Él sigue siendo parte de ti, por eso la comunicación está dada básicamente por el contacto que le brindas en esta etapa –de fusión emocional–, de esta manera eres capaz de modificar su estado de ánimo, y no sólo le transmites emociones positivas como tranquilidad, seguridad y confort sino también negativas como estrés, desesperación y angustia.
Escucha a tu cuerpo y obedece sus señales, permítele sanar y recuperarse. Acabas de tener un bebé –es un gran trabajo– mereces ser paciente con tu cuerpo, no exigirte de más e ir al paso que te marque, sin forzarte.
Mantente hidratada y con una alimentación balanceada, que no falte un vaso con agua a tu lado y comida a la mano (porque amamantar, vaya que da hambre). Si estás tomando medicamentos para el dolor, no olvides hacerlo en el horario correspondiente. Usa ropa cómoda, ya habrá tiempo para regresar a la de antes, este no es el momento.
Al recapitular mi lista, me di cuenta que faltaba un elemento, eso dentro de mi que me hizo perseverar y mantuvo mi determinación; porque nada de lo que pueda hacer el mundo externo suple al interno. Antes, durante y después de todo, necesitas:
CONFIANZA. En tí misma, en que millones de años de evolución no están errados. En que las glándulas mamarias están diseñadas anatómica y fisiológicamente para amamantar –y de ahí el nombre mamíferos–.
En tu bebé que está diseñado para hacerlo, es el trabajo que tiene codificado en su genoma para asegurar la supervivencia de la especie. Con esta convicción, no habrá nada mas que alcanzar tu meta; sin embargo como todo lo que logramos en nuestro desarrollo (sentarnos, dormir, comer, caminar, hablar, avisar, etc) necesita práctica, además en este caso, se trata de un equipo –dos personas diferentes que tendrán que practicar a la par–. Ten paciencia, recuerda que la práctica hace al maestro.
Si es tu deseo, agota todas las posibilidades para lograrlo y recuerda que sólo están solos aquellos que así lo quieren. Finalmente te comparto estas respuestas, ahora que soy mamá, a algunas de mis preguntas antes de serlo. ¿Es difícil? Muy, ¿Es cansado? Por supuesto, ¿Voy a poder? Si, ¿Necesitaré ayuda? Siempre, ¿Te arrepientes? Nada, ¿Es disfrutable? Totalmente, ¿Vale la pena? Sin duda, ¿Un día termina? Seguro.
Hago lo mejor que sé, de la mejor manera que soy capaz y pretendo continuar haciéndolo así hasta el final.
Abraham Lincoln