Antes solía pensar que cada quien hace lo que puede, no necesariamente lo que quiere. Hoy creo que en ciertas circunstancias sucede pero son las menos y que la gran mayoría tenemos la oportunidad de decidir lo que queremos y lo podemos hacer y es así como me di cuenta que quiero conocer la mamá que quiero y pretendo ser.
Claro que quiero ser “buena mamá” y “hacer bien las cosas”, pero lo más importante para mi, es descubrir la mamá que quiero ser.
Me he dado cuenta que quiero explorar al lado de mi hija las posibilidades que existen y decidir la que mejor nos acomode, la que nos haga más felices y nos cause mayor plenitud como familia.
Se por supuesto que tendré muchos errores y seguro cosas reprochables pero sabré que en toda ocasión di todo lo que podía tomando la decisión más acertada a mi juicio.
A ver si me explico mejor, al ser nuestra primera hija no quiero ser una cazadora de microbios y con el segundo relajarme por saber que un poco de gérmenes ayudan a su sistema inmune. No quiero mantenerla pulcra sin que toque su comida y con el segundo relajarme sabiendo que es gracias a explorar con todos sus sentidos que aprenden. No quiero apresurar sus tiempos y desear que cumpla mis expectativas inamovibles al sentarse, rodar, dormir, dejar de mamar, caminar, comer, hablar, avisar y con el segundo relajarme entendiendo que cada bebe es diferente y mientras este sano, lo hará en el momento que esté listo y las gráficas son solo un aproximado, con normalidad en cada uno de sus extremos. No quiero reprimir ni uno solo de mis besos ni abrazos ni apapachos ni estrujos ni canciones ni risas ni siestas juntas ni juegos “tontos” pensando que puede echarse a perder o tomarme la medida o hacer maña, para con el segundo relajarme y comprender que esa necesidad que siento de su contacto es recíproco y es el más natural y puro instinto de supervivencia física y emocional del ser humano y que en lo natural no cabe la maña, ni las “tomadas de medida”, ni echarse a perder; sino que es la forma de fluir que tenemos para integrarnos con el medio, el sabernos junto al otro con cada uno de nuestros sentidos, el reencontrarnos cada vez con el igual que es espejo de nuestro propio yo. No quiero quejarme cada que pide mis brazos o despierta en la noche solo por sentir mi calor ni tampoco por estar agotada de toda una tarde de brazos porque es su único confort y con el segundo relajarme habiéndome dado cuenta lo rápido que pasa el tiempo y que no siempre pedirá mis brazos ni serán siempre su único confort, y que la duración de este periodo de necesidad es mínima en comparación a su vida sin ella.
No quiero perderme el hoy y aprender de ello para relajarme con el segundo. Quiero que vivamos intensamente hoy, ahora, como es, como somos, creciendo y explorando juntos. Porque de lo contrario, que pasaría si no hay segundo?…
Concepcion Rosado
Lin en total acuerdo .
La maternidad revoluciona el yo interno. Muchos saludos
elixirdemama@gmail.com
😀